En una pequeña nave del antiguo matadero de Madrid, la nave 8 B, se han retirado las tejas de una cubierta en mal estado, se han apilado y se han introducido dentro para resolver una necesidad. Hasta aquí podría llegar el resumen de esta intervención.
El matadero de Madrid fue proyectado en torno a 1907 y construido durante la segunda década del siglo XX por Luis Bellido, arquitecto municipal. Durante cerca de sesenta años estuvo funcionando como gran despensa de la zona centro. A lo largo de este tiempo demostró sobradamente sus virtudes funcionales y sus cualidades espaciales. Más discutible ha resultado, con el paso de los años, el estilo aplicado a sus fachadas, muy alejado de las primeras aproximaciones al movimiento Moderno que se comenzaban a explorar en este tipo de edificios industriales en Alemania, Holanda o Francia. A partir de los años ochenta, el matadero se trasladó a la periferia de la ciudad. La pequeña “ciudad industrial” proyectada por Bellido cayó en el abandono y en el olvido. Desde hace algunos años el ayuntamiento de Madrid quiere convertir este complejo deteriorado en un motor cultural de vanguardia para la ciudad.
La nave 8B será el espacio destinado a la gestión administrativa. Una pequeña zona de trabajo, un almacén y un espacio polivalente para charlas o presentaciones. Originalmente eran unas salas de apoyo para el almacenaje de los restos producidos en la nave 8, donde se secaban las pieles y la salazón. Una nave menor, pero de gran interés espacial.
La prioridad de la intervención era restituir una cubierta de teja plana sobre tableros y rasillas sucesivamente parcheados, realizar un refuerzo estructural del conjunto y acondicionar el interior, térmica y acústicamente, para dar servicio a los nuevos usos. Este proceso se había seguido anteriormente en algunas otras naves del matadero y, como resultado de ello, se acumularon montañas de escombros de tejas, maderos, adoquines y losas de granito, esperando ser trasladadas al vertedero.
Quiero pensar que este proyecto surgió de la oportunidad. De haber descubierto una oportunidad en aquellos escombros. En el camino de explorar todas las posibilidades razonables, el sistema constructivo se convierte en un generador de proyecto, en el lugar donde descansa una determinada postura ética ante la rehabilitación, ante la arquitectura.
¿Cómo funciona aquel objeto encontrado? ¿cómo funciona la teja plana? ¿cómo se apila? ¿cómo se apareja? ¿cuáles son sus características organolépticas, su peso? ¿cómo se unen? Estas son algunas de las preguntas que aparecen en el proceso. La ausencia de algunos elementos del aparejo produce celosías, el paso de la luz. A veces una pieza entera para los muros, otras, media pieza para los revestimientos. El problema de las esquinas, los dinteles. Aparecen los problemas universales de la arquitectura. Al mismo tiempo y con la misma intensidad aparecen también la mano de obra y la imperfección. La imperfección del hombre y de lo viejo, de lo recuperado.
La pieza cerámica reutilizada, conocida como teja francesa por su clásico perfil plano, está diseñada con dos canales curvos para permitir el drenaje del agua. Las baldosas de arcilla se fabrican con arcilla sinterizada roja de alta calidad, muy fina, de muy baja absorción, extremadamente resistente y con una amplia gama de colores que facilitan la renovación y la restauración.
14 Paseo de la Chopera, Madrid, España, 28045