Rodeada por extraordinarias construcciones monumentales, la Plaza Mayor de Almazán se conforma como un ejemplo claro de “plaza castellana” en la ciudad histórica. Su ubicación en lo alto de una atalaya y al borde de uno de los meandros del río Duero, la convierte en un espacio público con un valor paisajístico excelente, compartiendo protagonismo con la Muralla del SXII, el Palacio de los Hurtado de Mendoza del SXV y la Iglesia de San Miguel del SXII. Los requisitos del concurso convocado por el Ministerio de Fomento y el Ayuntamiento de Almazán insistían en resolver el tráfico rodado de la Plaza, eliminar los obstáculos que la hacían inaccesible y reordenar la obsoleta red de infraestructuras para poder utilizar el espacio como centro de actividades y celebración de fiestas locales.
A través de la topografía, el mobiliario, las trazas y la materialidad del pavimento, el proyecto consolida la configuración histórica original del “cuadrilongo” descrita por Pascual Madoz en 1845, y recupera espacios propios como “la rinconada”. Se reduce el área destinada al vehículo rodado, el viandante recobra su papel como figura principal del espacio público, y el entorno monumental reconquista el protagonismo histórico que había perdido con el paso de los años. La remodelación se completa interviniendo de manera puntual en áreas del entorno inmediato, dotando a la Plaza de una dimensión más global en su relación con la ciudad y el paisaje. Se proyecta una nueva escalera que conecta la Plaza Mayor con la Ronda del Duero que discurre junto al río, resolviendo así la diferencia de cotas y la conectividad entre estos dos ámbitos. Y se ejecutan dos nuevos miradores que “cosen“ la plaza con el bello paisaje circundante: uno en el Postigo de San Miguel de la Muralla, con acceso desde la Plaza Mayor y con vistas al paisaje; y otro sobre el río Duero, con acceso desde la Ronda del río y que viene a completar la actuación en las zonas perimetrales. El uso de una estructura volada que minimiza el contacto con las edificaciones existentes, permite la integración respetuosa de estas nuevas construcciones en la perspectiva histórica de Almazán
La elección de la cerámica como material principal para la nueva pavimentación de la Plaza, supuso, desde el inicio, un desafío constructivo a todos los niveles. La agresividad atmosférica del invierno soriano, en el que se suceden continuamente ciclos de heladas a bajísimas temperaturas; las exigencias de resistencia al paso de vehículos, impactos y resbaladicidad; y a su vez, la presencia en la Plaza Mayor de un extraordinario patrimonio monumental, desembocaron en la necesidad ineludible de conseguir una pieza cerámica que aunara “consistencia física” y “delicadeza estética”. En una clara intención por recuperar la sensación de calidez y vibración cromática de la cerámica cocida, se huyó, conscientemente, del uso de adoquines de klinker tan utilizados, durante los últimos años, en numerosas plazas españolas.
Pieza cerámica. Se realiza una investigación en los procesos de fabricación y cocción de la arcilla, con el fin de obtener una pieza cerámica de tonos naturales anaranjados similares a la terracota, pero al contrario de lo que sucede con ésta, capaz de alcanzar altos niveles de resistencia y bajo deslizamiento superficial. A su vez, a la dificultad de obtener una pieza cerámica extrusionada de dimensiones superiores a las estándares (30 x 8 x 6 cm) se unió la necesidad de reducir, al mínimo, las posibles variaciones de tamaño entre piezas tras el secado, para posibilitar así, la correcta colocación del pavimento en hiladas concéntricas sin prácticamente junta. Para conseguir el color deseado evitando el uso de colorantes, se realizaron numerosas pruebas de cocción mezclando diferentes proporciones de dos tipos de arcillas con aditivos de cuarzo (arcillas ya utilizadas en la época romana para la fabricación de vasijas cerámicas en las que se almacenaba el aceite transportado a Roma). Tras este exigente proceso de fabricación en el que la pieza en crudo finalmente era cocida a 1220 ºC en ciclos de cocción de 36 horas, se obtuvo un paralepípedo cerámico que técnicamente superaba todos los niveles normativos de resistencia, resbaladicidad y heladicidad sin perder, tras el proceso de cocción, el color y la naturalidad de la arcilla cocida.
Premios Cerámica ASCER 2012. Mención de honor categoría Arquitectura
Ministerio de Vivienda
Ayuntamiento de Almazán
José María Churtichaga
Cayetana de la Quadra-Salcedo
Mauro Doncel
Natanael López
Juan de la Torre
Joaquín Riveiro, Martín Bilbao (Arquitectos técnicos)
Fernando Guerra