Partiendo de unos condicionantes muy definidos, como son la orografía del terreno, la geometría irregular del solar y la complejidad del programa, se proyecta un conjunto de cinco volúmenes relacionados entre si, que albergan la totalidad del programa, definiendo un espacio exterior propio. Los volúmenes son blancos, de prefabricados de hormigón, y se ubican de forma alterna siguiendo el eje que marca el edificio principal, de manera que se crean unas zonas acotadas por la arquitectura propia del centro y la vegetación. Así se disponen armónicamente en la parcela las zonas deportivas, la zona de juegos, la huerta, la zona de vegetación, el aparcamiento y la zona reservada para la ampliación.
El edificio principal actúa a modo de eje que ordena todo el conjunto, albergando las zonas comunes y articulando los diferentes volúmenes a través de porches y conexiones de vidrio. El edificio principal y el edificio de ESO se conciben como una masa compacta horadada en vertical por patios coloreados que constituyen una fuente de iluminación y desahogo. Estos patios permiten ubicarse y tener una referencia dentro de este volumen lineal de gran longitud a la vez que aportan dinamismo en el recorrido interior y enriquecen los espacios. Los otros volúmenes que conforman el centro son el gimnasio y los talleres, presentan una tipología propia de nave industrial, espacios de grandes luces y gran altura, que se proyectan como masas compactas y ciegas que ventilan y se iluminan a través de grandes rasgaduras practicadas en la cubierta. Se crea un esquema de planta donde las piezas se funden dando lugar a un conjunto homogéneo en su concepción y tratamiento arquitectónico.
Desde las primeras fases del proyecto del IES Jaume I se decidió el empleo de la cerámica coloreada, con la que se buscaba que dotase de carácter y singularidad al edificio, por su contraste con el aspecto másico del hormigón prefabricado. La utilización del azulejo, material tradicional y económico, dotado de gran versatilidad de colores, formatos y de fácil colocación, nos permitía que con un solo elemento resolviéramos todas las necesidades de los acabados del edificio tanto en el interior como en el exterior.
En la formalización del proyecto, se revisó la pieza cerámica y la manera clásica de emplearlo, para explotar al máximo las posibilidades plásticas del material. Gracias a los distintos colores del esmaltado de los azulejos, podemos ubicarnos fácilmente dentro del edificio a la vez de aportar dinamismo en los recorridos internos y dotar de calidez los espacios de relación. Las facilidades de montaje y sus posibilidades de colocación, permitía que fuese la cerámica la que relacionase el interior y el exterior del edificio, a través de los patios de colores. Las propiedades intrínsecas del material beneficiaban en todas las anteriores premisas, también como su resistencia e higienismo tan importante en este tipo de edificios.
Por todo esto se optó por el empleo de un azulejo cerámico de tamaño 20 x 20 cm con precorte 10 x 10 cm, rejuntado con mezcla cementosa con aditivos de color tomado con mortero de cemento cola con ligantes mixtos sobre enfoscado de mortero de cemento 1:5 maestreado. En los patios, por tratarse de espacios exteriores con grandes cambios de temperatura, se colocaron juntas tanto horizontales como verticales, para evitar desprendimientos y facilitar la sujeción.
CIEGSA
Anna Boscà
Esther Broseta
Rubén Navarro
Olga Badía
Emilio J. Pérez (Arquitecto técnico)
Jorge Martínez (Jefe de obra)
BM3
Xavier Mollà
Premios Cerámica ASCER 2013. Distinción categoría Arquitectura