El proyecto que mira hacia una histórica plaza peatonal a pocos metros de la Cátedral de la ciudad de Mainz , construida en el siglo X, responde a su entorno de una manera clara y concisa. Al igual que muchos otros centros urbanos europeos, estas importantes ubicaciones se ven comprometidas por proyectos irreflexivos u obras de reparación. Nada es auténtico (incluso los edificios históricos están casi todos reconstruidos), llegando a convertirse en una mezcla ecléctica, sinónimo de belleza.
Para los arquitectos,»lo más importante para mí fue crear un edificio con sentido de la historia, pero sin retórica. No quería diseñar un nuevo edificio antiguo».
Para restaurar la fachada que mira a la plaza del mercado se utilizó un diseño de cubierta con pendiente descendente pronunciadas, típico de la región; pero que además añadía una nueva característica sorprendente y moderna: una capa externa.
Esta piel de cerámica laminada blanca envuelve casi toda la estructura, con un patrón irregular de ventanas y aberturas, dejando libre y visible la antigua fachada en la parte delantera, donde se encuentra la cafetería, y proporcionando también una imagen sorprendente en la parte trasera, donde se encuentran las oficinas. El brillo y la semitransparencia de la superficie acristalada, junto con el hueco resultante entre la capa externa y el cerramiento interior, proporcionan al edificio unas características extremadamente vanguardista, donde los cambio meteorológicos y de luces durante el día hacen de éste una «composición musical», donde la sorpresa juega un papel fundamental.
El interior, proyectado con un diseño extremadamente vertical proporciona una transición y cambio de escala gracias al vestíbulo de cinco pisos de altura, que une las diferentes funciones y usos del edificio. Además, las largas y blancas columnas atraen la mirada hacia arriba y crean un vínculo visible entre los diferentes niveles.