Convertirse en el punto de encuentro del área residencial densamente poblada que va de Delicias a la Romareda, no mediante una afirmación monumental y sí, en cambio, mediante una arquitectura que nos habla de la riqueza y diversidad de la vida social hoy, es lo que pretende el Proyecto Aragonia. Si debiéramos escoger rasgos característicos para definir la arquitectura del Proyecto Aragonia éstos serían “accesibilidad, diversidad, disponibilidad”. Querríamos que el Proyecto Aragonia fuese sobre todo accesible, convirtiendo el vacío existente en una isla urbana abierta a todos y, en primer lugar, a los vecinos del área residencial en que se inscribe. Pero dicho esto, forzoso es reconocer la vocación que el Proyecto Aragonia tiene de convertirse en lugar de referencia para todo aquél que vive en la ciudad de Zaragoza, lo que permite entender que hablemos también de diversidad y, en último término, de disponibilidad.
Así pues, el Proyecto Aragonia no se entiende como una masa monolítica en la que prevalecen los rasgos característicos del volumen y sí como un conjunto de edificios que mantienen su identidad y su independencia, si bien comparten unas metas comunes. De ahí que imaginemos el Proyecto Aragonia como el resultado de hacer convivir edificios con usos y funciones diversas, algo que está presente en la discontinuidad de las masas que emergen de una base común y que también se refleja en la disparidad de los materiales. La diversidad del programa está patente en la volumetría, en la que se refleja claramente la presencia de dos volúmenes importantes, una torre de oficinas cuadrada y esbelta, cuya presencia se hará sentir para definir un ámbito urbano más preciso y en el extremo opuesto, el volumen rectangular que alberga al Hotel cuya variedad de servicios animará el espacio urbano en el que se instala. La tensión establecida por la bipolaridad de estas dos importantes piezas urbanas permite anticipar una animada vida urbana. Sin embargo, no debemos olvidar la importancia que tienen las torres de habitación en esta volumetría, compuestas cada una de ellas por cuatro prismas que se articulan en torno a un núcleo, acentúan su condición vertical por mor de la autonomía de cada uno de los prismas. Su potente volumetría es uno de los episodios claves para definir la arquitectura del Proyecto Aragonia. Pero su importancia, sin duda, se debe a la que tiene el plano horizontal sobre el que se levantan y que se entiende aquí como un espacio abierto en el que la vida del edificio se manifiesta en toda una serie de actividades deportivas. El resultado es un volumen animado y vivo en el que la base continua que define las plantas bajas da lugar a la aparición de una rica vida social que no pone trabas a la expresión de la diversidad.
Pieza cerámica. En el Proyecto Aragonia juega un papel clave la elección de los materiales y en concreto de la cerámica. Ya no solo por su origen local, ya que se trata de un material fabricado en Alcañíz, sino también por su capacidad de dotar a los distintos usos de la continuidad necesaria para formar parte de un mismo conjunto. De este modo, en el Proyecto Aragonia utilizamos un mismo material, la cerámica, con dos fines claramente diferenciados. En la llamada pieza A, como un elemento estético que nos permite recubrir el muro cortina de la fachada, dotando al material de una modernidad inusual en él. En la llamada pieza plana, como un elemento de revestimiento siguiendo el proceso constructivo de una fachada ventilada tradicional. El Proyecto Aragonia como resultado al que lleva una paleta de material diverso, vivo y animado, aquélla a la que lleva el uso de los sistemas de construcción hoy en día.
Junta de Compensación Polígono Universidad de Zaragoza
Rafael Moneo Vallés
Alicia de Otegui
Fernando Iznaola
Sumac Cáceres
Pablo López
Brezo Alcoceba
Angel Huertas
Julie Kaufman
Jesús Jiménez Cañas NB35 (Estructura)
Dragados
Duccio Malagamba