La intervención de Can Picafort, consiste en la reforma interior de un edificio existente, para transformarlo en unos pequeños apartamentos turísticos.
Ubicada en una trama pasante, situada frente al mar, encontramos una construcción de dos volúmenes: una de planta baja más una, que mira hacia el mar y que va acompañada de un porche en la planta baja; y otra de planta baja más dos, que mira hacia la calle trasera. Esta composición de dos volúmenes, se constituye como un edificio escalonado en sentido descendente hacia el mar.
En un estado inicial, tanto los accesos como las escaleras, así como las distribuciones parecían caóticamente desordenados. Por ello, todo el esfuerzo del proyecto se centra en abrir el espacio de forma longitudinal, de manera que sea posible conectar visualmente el mar y la calle trasera. La estrategia consiste en organizar y condensar todos los servicios contra las paredes medianeras. Escaleras, armarios, cocinas y baños se alinean y se acumulan contra estas paredes divisorias. Por lo tanto, los servicios aparecen como gruesos muros.
Los materiales con los que Can Picafort responde, tienden a la imperfección de las cosas hechas a mano… ¿o deberíamos haber dicho perfección? La arcilla, por su propia composición, termina por tener ligeras variaciones de tono y pequeñas irregularidades que consiguen definir un espacio más humano. Es por eso que este tipo de material se presenta como humilde y habitual. Así mismo, la acumulación de pequeñas piezas colocadas una a una, también consigue la amada imperfección.
Una gama de diferentes piezas da una respuesta precisa a las diferentes necesidades constructivas y espaciales de cada estancia. La «Termoarcilla», colocada de canto, muestra su condición no portante, ni acústica. La «Termoarcilla» modula y caracteriza el espacio principal.
Las baldosas revisten el pavimento estableciendo un juego en el que la acumulación de piezas pequeñas y diferentes, así como los ligeros cambios en el tono de la arcilla, consigue reducir la escala. Logrando definir un espacio más doméstico y humano. A veces el pavimento, con una junta muy ancha, a veces las paredes, con una junta más estrecha. Las baldosas vidriadas a veces también protegen las superficies de agua. En algunos puntos, la baldosa protege del óxido que proviene de los rieles de hierro. El residuo de «colombrinas» trituradas se puede usar como grava de arcilla. Y un largo etcétera. Debido a la acumulación de piezas pequeñas y diferentes, así como a los ligeros cambios en el tono de la arcilla, pensamos que la materialización reduce la escala y logra definir un espacio más doméstico y humano.