Al final de la calle San Pedro hay un pequeño balcón de jaula sobre los campos de nísperos; pronto quedará toda trenzada de jazmín. A un lado se encuentra el patio del palacio gótico alrededor del cual nació el pueblo de Sot de Ferrer.
Al otro lado queda la bajada al antiguo lavadero, del que se mantiene su vaso y parte del muro y las pilastras que definían su volumen original. Ahora una nueva escalera le da acceso y asiento –sorprendentemente se sigue utilizando por algunos vecinos-.
El muro contiene el talud y gana el espacio suficiente para una placeta, que mira a la huerta y a los árboles que siguen el cauce del río. Linda con la acequia y uno puede sentarse en su borde y refrescarse los pies; es la acequia mayor y siempre lleva agua.
La pérgola lo reúne todo bajo su bóveda curva, que se irá cubriendo de parra virgen, de un rojo intenso en otoño.