La Fundación Maeght nació del deseo del matrimonio formado por Aimé y Marguerite Maeght de disponer de un lugar donde presentar el arte moderno y contemporáneo en todas sus vertientes visuales, un espacio de reunión donde los artistas amigos de la familia pudieran trabajar así como exponer sus piezas. El conjunto se inspira en el estudio de Antoni Miró, obra que despertó un gran interés en la pareja y que fue construida en 1950 por el arquitecto al que más adelante confiarían el proyecto de la primera fundación privada de arte europea. Sin embargo, aunque los contactos entre Josep LLuís Sert y Aimé Maeght no empezaron hasta 1964, su constante y estrecho diálogo fueron determinantes para concebir una arquitectura mediterránea dedicada tanto a los artistas como a los amantes del arte.
El emplazamiento, en una colina repleta de pinos cerca de Saint-Paul de Vence, con unas vistas privilegiadas de los Alpes, el mar Mediterráneo y el cabo de Antibes, proponía un importante uso de espacios exteriores. Tanto es así que el proyecto apuesta decididamente por trabajar con una escala íntimamente relacionada con el entorno, articulando espacios y volúmenes de modo similar a un poblado. El conjunto consiste en tres edificios principales conectados y organizados por medio de patios y jardines, que se proyectan también como lugares pensados para la exposición. De esta forma, los artistas contribuyeron con obras concebidas expresamente para estos espacios, logrando, además, una estrecha colaboración entre ellos desde sus primeros esbozos.
Ayuntamiento y Claustro
Situados en la zona este de la parcela, los dos pabellones expositivos conocidos como Ayuntamiento o «la Mairie» y Claustro, son las primeras piezas en mostrarse al visitante cuando empieza el recorrido del conjunto de la fundación, así como los volúmenes que captan instantáneamente la atención tanto por sus dimensiones como por sus cualidades arquitectónicas.
El cuerpo de una sola altura o Claustro contiene las salas de exposiciones permanentes dedicadas a los artistas amigos de la familia, como Braque, Miró, Chagall y Kandinsky. Cada sala está especialmente diseñada para albergar las obras de estos autores, incluyendo el tratamiento de la luz indirecta, que penetra a través de grandes lucernarios y aportan a su vez ritmo y escala a la arquitectura.
En contraposición, el Ayuntamiento, que luce dos grandes bóvedas invertidas como cubierta, constituye el cuerpo de mayor altura y se ubica al oeste del vestíbulo de acceso, creando de esta manera una separación visual entre el propio museo y el Laberinto Miró, al que permite la entrada desde la planta primera. Debido a sus dimensiones, este edificio alberga una sala para conferencias y otra para grandes exposiciones, además de una biblioteca, entre otras estancias.
Casa del Director
La Casa del Director aparece como la edificación construida de más entidad después de los pabellones expositivos. Aunque su situación ayuda a ganar privacidad mediante la conexión con el Laberinto Miró y el giro con respecto al Ayuntamiento, se establecen numerosos paralelismos entre las dos construcciones, pues en un paso de la escala pública a la doméstica se muestra la maestría del arquitecto para el tratamiento de la luz, la expresividad de los materiales y la calidez de los espacios.
La vivienda tiene una disposición en dos núcleos conectados por un gran espacio interior que, aunque desplazado del eje, constituye el centro de la edificación, conectando las dos fachadas y articulando todos los espacios a su alrededor. Ambos núcleos se dividen a su vez en un espacio interior y otro exterior de iguales proporciones que, mediante el tratamiento del muro, la vegetación y las pérgolas, dotan al conjunto del carácter mediterráneo tan característico de su arquitectura.
El acceso al conjunto se produce desde el noroeste, distanciado del museo. El voladizo y las escaleras de la entrada conducen al primer núcleo donde se encuentran las habitaciones, el despacho y los baños, vinculados a un espacio exterior de estancia. De esta primera zona, se pasa al corazón de la casa, un espacio diáfano donde la luz y el pavimento cerámico cobran protagonismo.
Capilla
La idea de construir una capilla surge tras realizar el levantamiento planimétrico previo a la elección de los emplazamientos para cada edificio de la fundación. Durante este proceso se encontraron las ruinas de una antigua capilla dedicada a Saint Bernard, motivo suficiente para que Marguerite Maeght decidiera reconstruirla, pues lo hizo en memoria de su hijo Bernard Maeght, fallecido unos años antes.
El espacio de esta pequeña pieza arquitectónica se ilumina mediante dos de los característicos lucernarios de Sert y alberga una vidriera creada por Braque, así como un crucifijo medieval donado por el diseñador español Balenciaga.
Cafetería y taquilla
El hecho novedoso de disponer una cafetería conllevaba claras asociaciones significativas. Para el propio arquitecto, el café era un lugar de convivencia y de creatividad, y en sus propias palabras expresaba «las charlas en los cafés de París habían significado más para el arte moderno en los últimos cien años que todas las escuelas juntas».
De la misma manera, la necesidad de control y seguridad ante la afluencia de visitantes resultaron en un pequeño edificio situado junto a la cafetería que generaba un punto de vigilancia previo a la entrada de la fundación.
La variada gama de piezas cerámicas que revisten el pavimento tanto interior como exterior bien podrían resumir los usos de cada sala, ya que permiten diferenciar los espacios, al mismo tiempo que unificar el plano del suelo mediante la materialidad. Las baldosas que conforman el suelo están fabricadas de manera artesanal con terracota de la Provenza francesa.
Marguerite y Aimé Maeght
Josep Lluís Sert
K. Bastlund
J. Zalewski
Dirección de obra: Bellini, Lizero, Gozzi
Véra Cardot – Pierre Joly
© Centre Pompidou, Bibliothèque Kandinsky
Chemin des Gardettes, 623. Saint-Paul-de-Vence, 06570, France