En un sitio donde se superponen intervenciones y diferentes materialidades, se rehabilita un antiguo faro para convertirlo en espacio público y museo. La apertura del lugar al contexto, su situación en la península y los rincones que se proyectan dan cabida al paseo, la detención y la contemplación.
El proyecto confinado entre la tierra y el agua, a lo largo de una franja de terreno en permanente cambio con el paso del tiempo, la intervención humana ha cimentado sus más variados asentamientos. A partir del siglo XVII, la acumulación de diferentes planos para este lugar, los recursos materiales y tecnológicos empleados en cada época y la conveniencia del patrimonio concedido, concurren a una serie de conversiones y ampliaciones.
Sin embargo, el local presenta unidades arquitectónicas de lectura inequívoca, dispuestas según principios organizativos aún bastante claros. La adulteración y descomposición de algunas de sus partes es el resultado de un proceso de selección natural que el proyecto busca revertir en su beneficio.
Señalando los elementos de mayor permanencia y valor poético, la propuesta reconstruye con ellos y a partir de ellos un orden fundacional, encapsulando la memoria del tiempo transcurrido permitiendo su nueva utilización como museo del faro.